Y el sábado no era un partido más. La complejidad del grupo que nos tocó en suerte y los dos puntos que exhibíamos en la tabla, nos obligaban a seguir sumando. Caso contrario ibamos a tener que empezar a hacer cálculos, cuando por los antecedentes que arrastrábamos del Apertura muchos creían que estar dentro de los seis era un mero trámite. Encima el rival era Defensores de Alvear que presentaba números inmejorables: los 3 partidos ganados y con 11 goles a favor.
Pero JOGO sigue demostrando que sabe a qué juega y eso lo hace fuerte. Tras un primer tiempo casi sin jugadas de gol, llegamos al descanso con esas quejas a los árbitros que debemos erradicar. Y acá también encontramos otro punto vital donde ganamos el partido. Nos dimos cuenta que en el complemento había que hacer foco nuevamente en nuestro libreto de juego más allá de los errores arbitrales, que son (y seguirán siendo) moneda corriente de cualquier liga amateur.
Para esa segunda etapa volvimos a ser ordenados, inteligentes y prolijos en el trato de la pelota, para lastimar arriba ante la menor distracción rival. Así llegó el único gol del partido cuando el Oso habilitó a Guido que definió bárbaro ante la rápida salida del buen arquero de Alvear. Palo, adentro y gran festejo. Faltaba medio tiempo y se celebró sabiendo que ya no nos iban a poder empatar, y eso habla de la madurez del equipo. Un equipo que sigue creciendo y que no quiere encontrar su techo, porque sabe que ese fuego sagrado que resurgió el sábado es el plus para lograr lo que se proponga.